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Tanto si eres experto como si estás dando tus primeros, te habrás dado cuenta ya de que el mundo del vino es tan amplio como apasionante. Cada botella encierra una historia, esa que construyen la tradición y la magia de la tierra donde nacen sus uvas. De entre los muchos matices que pueden ser claves para marcar la experiencia en boca, distinguir entre un vino varietal, un vino monovarietal o un coupage es uno de los puntos más interesantes.
No se trata solo de una cuestión técnica. La forma en que se elabora un vino afecta su sabor, estructura y complejidad. Dicho de otro modo, algunos vinos destacan por la pureza de una sola variedad, mientras que otros encuentran su grandeza en la mezcla de vinos cuidadosamente seleccionados. ¿Cuándo elegir uno u otro? Depende de lo que busques en una copa, aunque si no tienes claro cómo hacerlo, a continuación, te damos algunas claves que pueden servirte como punto de partida.
Vino monovarietal y vino varietal: la expresión de una uva
La clave de un vino monovarietal es que está elaborado en su totalidad por una única variedad de uva. Cuando hablamos de vino varietal, sin embargo, la proporción cambia y en la elaboración hay una uva predominante en un 80% frente al 20% restante que puede corresponder a otras variedades. No obstante, en ambos casos, tanto el aroma como el sabor están dominados por las características específicas de esa uva, es decir, se refleja a la perfección su carácter de la cepa.
¿Buscas ejemplos clásicos de vinos tintos monovarietales? Prueba con el Malbec argentino, con sus notas de ciruela y violetas, o el Pinot Noir de Borgoña, famoso por su elegancia y frescura. Aunque si lo tuyo son los vinos blancos, ¿qué tal probar la acidez y aromas florales del Riesling alemán? ¿O tal vez prefieres la frescura y notas salinas del Albariño de Rías Baixas, otro clásico de este tipo de vinos?
Vinos blend y ensamblaje vino: La armonía de la mezcla
A diferencia del vino varietal o monovarietal, los vinos blend o coupage combinan diferentes variedades de uva para lograr un equilibrio de sabores, estructura y complejidad. En lugar de poner el acento en una sola variedad, el trabajo de los enólogos se centra en la mezcla de vinos y el ensamblaje del vino para resaltar lo mejor de cada uva.
Un ejemplo clásico de un tipo de vino tinto de ensamblaje es el Bordeaux, que combina Cabernet Sauvignon, Merlot y otras variedades para crear vinos con cuerpo, profundidad y longevidad. Pero sin salir del territorio nacional, la Rioja es un referente en vinos blend, con ensamblajes de Tempranillo, Graciano y Mazuelo que aportan estructura y frescura en cada botella. Si hablamos de tipos de vino blanco, un coupage popular es el de Marsanne, Roussanne y Viognier en la región del Ródano, dando lugar a vinos untuosos y perfumados.
En todo caso, la elección de unos u otros tipos de vinos depende de la experiencia que busques. Si quieres explorar a fondo el carácter de una variedad específica, un vino monovarietal es la mejor opción. Pero si prefieres un vino con mayor complejidad -uno de esos en los que cada sorbo revele distintas capas de sabor-, los vinos blend son una elección más interesante. ¿Con cuál te quedas?